Que repiquen las campanas
que se abran todos los brazos,
que est� de nuevo en Asturias,
que est� aqu� nuestro paisano.
Como no iba a resentirse
tu coraz�n miliciano
de ganar libertad
por el monte paso a paso.
No fueron a�os gloriosos
ni tampoco de fracaso
no conoc�a tu nombre
ni el de m�s cercano trato.
Dieron �rdenes concretes
de buscarte sin desmayo,
debe ser duro vivir
escondi�ndose a diario.
De aldea en aldea andabas
burlando a quien te buscaba,
durmiendo por los pajares,
desapareciendo al alba.
Fuiste escribiendo esa historia
que aun no ha quedado cerrada,
a�os de guerra y de c�rcel
cimentaron la alborada.
Basta mirarte a la cara
hasta escuchar tus palabras:
sobre la muerte y el odio
no se levanta una patria.
Ni humillados ni vencidos,
ni cobardes ni canallas,
ser� esta tierra de todos
los que quieran mejorarla.
Que repiquen las campanas
que se abran todos los brazos,
que est� de nuevo en Asturias,
que est� aqu� nuestro paisano.
Con su nombre y apellido
y empujando el mismo carro
hasta las piedras, si hablaran,
hablar�an bien de Horacio.