Oh general en tu Pent�gono,
oh general pentagonal!
Manipulas frascos de tifus,
meningitis en celof�n
y bombardeas los pulmones
con una mosca pulmonar.
Por entre un vasto sue�o h�medo
de sangre pr�xima a cuajar,
trotas con un cuchillo en alto
sobre una vaca de azafr�n
y cuentas ya todos los muertos
que vas de un golpe a sepultar,
un golpe del humo envenenado
o un seco golpe de metal,
tus verdes ojos de mostaza
sobre la tierra y sobre el mar.
S� que conf�as a la Muerte
cuanto a la Vida hay que confiar
y esperas con o�do atento
vasta explosi�n inaugural.
Mas de tu f�tida carro�a
no el sucio vuelo detendr�s,
nocturno b�ho catastr�fico,
sobre mi rama de coral.
Mira las blancas nubes altas
en el gran cielo matinal
y entre las altas manos firmes
que nadie alcanza a derrocar,
una alta estrella suspendida,
una alta estrella nada m�s.
Teme su luz como una flecha
que el pueblo sabe disparar;
su luz turquina y dura sierra,
su luz de az�car y de sal,
su luz de flecha disparada
sobre la tierra y sobre el mar,
�oh general en tu Pent�gono,
oh general pentagonal!