Nacido como el toro para el luto;
tu mirada de sal arrebatada;
tu palabra, martillo del silencio;
tu no vas a morir: viento del pueblo.
Apacientas la sangre de los muertos;
pacientemente siembras el centeno,
para amasar el pan que nos acerque
un futuro negado tanto tiempo.
Debemos escribir para el futuro
para el hombre que emerge de la noche;
para el ni�o que apunta al infinito
con su fusil cargado de canciones.
No es �til destrozar las alambradas
que nos cercan, a pecho descubierto;
hay que buscar sin tregua al compa�ero,
a todos los que est�n en el secreto.
Nadie oficialmente te reclama,
todos son responsables de tu muerte;
alguien pondr� tu nombre en una calle,
como una calle m�s, maquinalmente.
Pero todos sabemos nuestra historia
esa si la sabemos fijamente,
s�lo tiene un sentido nuestra senda
hacia la libertad o hacia la muerte.