Se vieron por primera vez en un billar
all� donde termina la ciudad.
Miraban sin hablarse como juegan los dem�s
busc�ndose furtivamente y mal.
De puntillas el Rata por su talla suele andar,
si no sabe estar sola qui�n le puso Soledad.
Trepados a una moto van dejando atr�s
el barrio que es una barco en alta mar.
Se tiran de cabeza sin saber nadar,
la luna es el ne�n que brilla m�s.
Entrando por Serrano iba s�lo a medio gas
le dijo: qu� te quieres apostar
que cruzo todo en rojo hasta la Puerta de Alcal�.
No mires que empez� la cuenta atr�s.
Mansamente llov�a a la entrada de un portal,
un camello vend�a lo que t� quieras comprar.
La noche como espuma de la gran ciudad,
noct�mbulos en busca de algo m�s,
alguna gente que va o vuelve a trabajar
y a ciento veinte el Rata y Soledad.
Aunque no se lo crean nunca ocurre nada m�s
a las doce se acuestan porque suelen madrugar.
De d�a �l es cajero en una sucursal,
lavando perros ella no est� mal.
Desdoblan tiempo, atuendo y forma de pensar
y a media tarde caen por el billar.